Un tema poco divulgado en el blog y que ahora que viene el buen tiempo, si termina de venir, es muy necesario es la eficiencia energética en los sistemas de refrigeración de edificios, locales o viviendas.
¿Qué sabemos de la refrigeración energética y qué papel se le da a la eficiencia aquí? Estamos muy acostumbrados a que los “cajetines” del aire acondicionado formen parte del paisaje de edificios de cualquier ciudad, están por todas partes. ¿Podríamos hacer algo para mejorar la eficiencia de estos aparatos? En grandes instalaciones ya se está consiguiendo. Recientemente, están saliendo al mercado nuevos modelos de refrigeradores, diseñados para mejorar la eficiencia energética en grandes instalaciones.
Estos tienen como objetivo último, contribuir al ahorro de energía, alcanzando rendimientos espectaculares tanto al 100% de carga, como a cargas parciales, puesto que se logran valores muy altos de EER y ESEER (hasta 4,75 según la nueva normativa europea EN14511).
Otra de las ventajas de estas nuevas unidades son los ventiladores que incorporan. Tienen la capacidad de ofrecer hasta 100 Pa de presión estática disponible lo que facilita la condensación en aquellos casos en los que, por la ubicación de las unidades, se requiera conducir las descargas.
A todos estos logros, además hay que sumar el hecho de que con estos nuevos dispositivos, no solo se consigue una gestión del funcionamiento más precisa, sino que también, se obtienen los mayores rendimientos posibles, al adaptar el funcionamiento de la unidad a la demanda de la instalación.
Además de los nuevos dispositivos que van saliendo al mercado y que consiguen una mayor eficiencia en los sistemas de refrigeración industrial que utilizan principalmente energía eléctrica, la cual es utilizada para mover compresores, motores y otros sistemas asociados; existen otras vías alternativas de economizar energía y aprovechar los recursos mediante sistemas de refrigeración natural. Por ejemplo en nuestro post sobre la sede de Inaltel, hablábamos del mecanismo de refrigeración del edificio que funciona mediante dos sistemas de climatización complementarios que consigue mantener una temperatura constante en el edificio, sin desperdiciar la energía y repartiéndola igualitariamente.
Para recordaros a groso modo este dispositivo, este funciona en primer lugar con un sistema todo agua que toma como elementos terminales suelo y techo radiante. En un segundo plano cuenta con un sistema aire–agua con toberas regulables como elementos difusores de aire. Este sistema secundario, además de actuar como sistema de climatización, aporta el caudal de aire necesario para la ventilación del edificio. Esta disposición hace posible el efecto “cueva” que mantiene una temperatura interna de 22º C con alternancia máxima de dos grados en cualquier época del año.
Otro factor a destacar en el edificio es la utilización del aire de ventilación necesario en el mismo como elemento acelerador del fenómeno de convección. El aire una vez adecuado en temperatura y humedad, es transportado mediante conductos e inyectado en el falso techo mediante toberas de caudal regulable. Como consecuencia, se genera una leve sobrepresión entre el techo radiante y el falso techo. Con esto conseguimos el fenómeno de convección forzada, que acelera la bajada de la masa de aire enfriada por el techo radiante. El aire pasa a través de dos ranuras perimetrales que tienen los marcos de madera que rodean los paneles transparentes de policarbonato, así el techo lo difumina en toda su extensión, evitando el incómodo golpe directo de aire de los difusores convencionales.
En definitiva, cada vez hay más alternativas para conseguir unos sistemas eficientes en los sistemas de refrigeración. En esta línea en nuestro próximo post seguirá ahondando en estos sistemas y en los valores que hay que tener en cuenta antes de realizar la instalación, y los fenómenos naturales que nos permiten un gran ahorro de energía.